Mercosur y EFTA firmaron un Tratado de Libre Comercio que abre nuevas oportunidades para millones.
En un hito significativo para la integración económica global, el Mercosur y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC) que busca fortalecer los lazos comerciales entre América del Sur y Europa. El acuerdo, suscrito en Brasil por las autoridades de ambos bloques, abarca a ocho países y establece una nueva zona de libre comercio con impacto sobre casi 300 millones de personas.
El tratado fue firmado por los países del Mercosur —Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— y por los miembros de EFTA —Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza—, y contempla una amplia gama de disposiciones orientadas a facilitar el comercio, fomentar inversiones y generar empleo a través del crecimiento económico conjunto.
Un mercado ampliado y con fuerte potencial
Con un producto bruto combinado que supera los 4,3 billones de dólares, la alianza entre ambos bloques representa una plataforma estratégica de oportunidades para los sectores productivos. Se estima que más del 97 % del comercio entre ambas regiones se beneficiará de reducciones arancelarias y eliminación de barreras no tarifarias, lo que promete un impulso notable para las exportaciones sudamericanas y una mayor diversificación de las importaciones desde Europa.
El acuerdo abarca bienes industriales, productos agrícolas, servicios, inversiones, compras públicas, propiedad intelectual y medidas técnicas y sanitarias. También incluye mecanismos para resolver disputas comerciales, algo fundamental para brindar certeza jurídica y estabilidad a los operadores económicos de ambas partes.
Modernización normativa y condiciones más claras
Uno de los aspectos destacados del tratado es la incorporación de normas modernas en procedimientos aduaneros, reglas de origen, estándares técnicos y defensa comercial. Estos elementos buscan simplificar el comercio, hacerlo más transparente y reducir los costos operativos para las empresas.
Además, se introduce un capítulo específico sobre comercio y desarrollo sostenible, que incluye compromisos en temas ambientales, laborales y de derechos humanos. Este componente refleja una creciente preocupación internacional por garantizar que los beneficios del comercio no se obtengan a costa del medioambiente ni de condiciones laborales injustas.
Un largo camino de negociaciones
Las negociaciones comenzaron en julio de 2017, con una primera ronda realizada en Buenos Aires. En total, se realizaron catorce rondas presenciales y numerosas sesiones virtuales. Tras una pausa técnica, los trabajos se retomaron con mayor intensidad en 2024, con el objetivo de actualizar los avances alcanzados en años anteriores y adaptarlos a los nuevos escenarios económicos y tecnológicos.
En la etapa final del proceso se celebraron tres rondas presenciales clave en la capital argentina, que permitieron destrabar los últimos puntos pendientes. Autoridades de ambas regiones calificaron el cierre del acuerdo como un logro histórico de diálogo, consenso y diplomacia económica.
Firma oficial y respaldo político
El acto de firma se desarrolló en la ciudad de Río de Janeiro y contó con la presencia de ministros de Relaciones Exteriores, representantes diplomáticos y autoridades económicas de los ocho países firmantes. Uruguay fue representado por su canciller Mario Lubetkin, quien destacó la importancia del acuerdo como herramienta de inserción internacional y diversificación comercial.
Por su parte, los representantes de EFTA subrayaron que el acuerdo constituye una muestra de compromiso con el libre comercio basado en reglas claras y equitativas, en un contexto internacional cada vez más marcado por tensiones geopolíticas y proteccionismo.
Próximos pasos: ratificación y aplicación
Para entrar en vigor, el tratado deberá ser ratificado por los parlamentos de cada uno de los países miembros. Se espera que el proceso legislativo avance en los próximos meses, aunque su cronograma dependerá de los tiempos políticos internos de cada nación.
Una vez ratificado, el acuerdo abrirá el camino para nuevos flujos de inversión, alianzas comerciales, cooperación tecnológica y mayores oportunidades para las pequeñas y medianas empresas, que podrán acceder a mercados exigentes con mejores condiciones de competencia.
Un tratado con visión estratégica
El Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y EFTA no solo apunta a reducir aranceles, sino a consolidar una relación de largo plazo entre regiones complementarias. Mientras los países sudamericanos aportan materias primas, productos agroindustriales y mano de obra calificada, los europeos ofrecen tecnología, innovación y acceso a cadenas de valor globales.
En un mundo que avanza hacia una mayor fragmentación, este acuerdo representa una señal clara de que el diálogo multilateral, la apertura comercial y la cooperación entre regiones diversas siguen siendo caminos viables y necesarios para alcanzar el desarrollo económico sostenible.
Deja tu comentario
Comentarios