Rodrigo Paz Pereira asume la presidencia de Bolivia y marca un nuevo rumbo político.
Bolivia vivió un giro histórico el domingo 19 de octubre de 2025, cuando Rodrigo Paz Pereira se impuso en la segunda vuelta presidencial con aproximadamente el 54,6 % de los votos. Su victoria puso fin a casi dos décadas de gobiernos dominados por el Movimiento al Socialismo (MAS) y abrió una nueva etapa política en el país andino. Con este resultado, Paz derrotó a su rival Jorge “Tuto” Quiroga, quien obtuvo cerca del 45,4 % de los sufragios, en una elección que movilizó a millones de ciudadanos y estuvo marcada por el deseo de cambio.
El ascenso de Rodrigo Paz no fue un fenómeno aislado. En la primera vuelta, celebrada el 17 de agosto, el entonces candidato sorprendió al colocarse en primer lugar con alrededor del 32 % de los votos, pese a que las encuestas lo situaban más abajo. El desgaste del MAS y la crisis económica, caracterizada por inflación, escasez de combustibles y reservas en declive, crearon el escenario propicio para que su candidatura capitalizara el descontento popular. Su discurso moderado y su imagen de renovación terminaron por convencer a un electorado cansado de la polarización.
Un líder con trayectoria y visión centrista
Rodrigo Paz, de 58 años, combina la herencia política de su familia con una sólida formación académica y una extensa experiencia en la función pública. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, es economista e internacionalista con estudios de posgrado en Estados Unidos. A lo largo de su carrera, se desempeñó como diputado nacional, concejal, alcalde del municipio de Tarija y senador por ese departamento. Su estilo político, más pragmático que ideológico, lo llevó a construir una imagen de equilibrio entre lo social y lo económico.
Durante la campaña, Paz se presentó como un dirigente de centro, con una propuesta de “capitalismo para todos”. Su mensaje buscó mantener los programas sociales más exitosos de los últimos años, pero complementarlos con incentivos para el sector privado y una mayor apertura económica. Propuso una serie de reformas orientadas a la modernización del Estado: reestructurar el sistema impositivo, actualizar la normativa laboral, promover el comercio exterior y crear un fondo de estabilización cambiaria. A nivel internacional, expresó su intención de restablecer relaciones plenas con Estados Unidos y fortalecer lazos con la Unión Europea, sin descuidar la integración regional.
Desafíos para el nuevo gobierno
El nuevo presidente enfrenta una coyuntura compleja y un escenario político fragmentado. Su partido, el Partido Demócrata Cristiano (PDC), no cuenta con mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional, lo que lo obligará a tejer alianzas y acuerdos con otras fuerzas políticas. La gobernabilidad será una de las pruebas más importantes de su gestión, especialmente en un contexto de alta expectativa social.
A nivel económico, la situación es delicada. Bolivia arrastra un déficit fiscal elevado, reservas internacionales en caída, escasez de combustibles y una estructura productiva excesivamente dependiente del gas natural. Paz ha señalado que buscará estabilizar la economía mediante medidas graduales, evitando ajustes bruscos que puedan afectar a los sectores más vulnerables. Además, pretende impulsar la diversificación productiva y atraer inversiones en áreas como la minería sustentable, el litio y las energías renovables.
El nuevo gobierno también deberá lidiar con la presión social. Tras años de promesas incumplidas y crisis económicas, una parte de la población espera resultados inmediatos. Cualquier intento de reforma que afecte subsidios o beneficios sociales podría generar movilizaciones, por lo que Paz deberá actuar con prudencia para mantener la estabilidad y la confianza ciudadana.
Un cambio de rumbo para Bolivia
La elección de Rodrigo Paz marca un punto de inflexión en la política boliviana. No solo representa un cambio de liderazgo, sino también una redefinición del rumbo ideológico del país. Su llegada al poder pone fin a un ciclo de gobiernos de izquierda y abre una etapa de centro-derecha moderada, orientada a la reconciliación política y la apertura internacional.
Económicamente, el nuevo presidente busca que Bolivia se reinserte en los mercados globales, recupere credibilidad ante los organismos financieros y se convierta en un destino atractivo para la inversión. Políticamente, pretende superar la confrontación y fortalecer las instituciones. Su mayor reto será transformar el mensaje de cambio en resultados concretos, manteniendo la cohesión social y el apoyo ciudadano.
Rodrigo Paz asume el poder con la promesa de “hacer que Bolivia vuelva al mundo y que el mundo vuelva a Bolivia”. Las próximas semanas serán decisivas para definir si ese compromiso se traduce en un nuevo ciclo de estabilidad, crecimiento y apertura, o si las tensiones heredadas volverán a poner a prueba la resiliencia de la democracia boliviana.