Salud Mental en Uruguay: enfoque y nuevas políticas a llevar adelante

Salud Mental

Más allá de las declaraciones: un nuevo enfoque para la salud mental en Uruguay.

El pasado 27 de octubre de 2025, durante las Primeras Jornadas de Salud Mental en el Ámbito Público: Compromiso de Estado, Acción Colectiva, realizadas en Montevideo, el secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, reafirmó que el país se encuentra ante la necesidad urgente de “pasar de los dichos a los hechos” en materia de salud mental, y señaló que construir una política de salud mental integral y comunitaria implicará establecer “grandes acuerdos sociales”.


Un problema real y multifacético

Sánchez destacó que la salud mental “es un problema real, que tiene que ver con cómo vivimos, cómo convivimos, cómo nos relacionamos y cómo construimos espacios más sanos de trabajo”. Resaltó que el Estado debe transformarse “en un espacio naturalmente sano para trabajar, desarrollarnos y expresarnos, y, sobre todo, una gran herramienta para generar bienestar en nuestra sociedad”.

Hasta ahora —explicó— se han generado ámbitos y marcos normativos, como la Ley N.º 19.529 de Salud Mental, pero no se cuenta aún con un plan integral que articule dispositivos operativos con consistencia estructural. Según Sánchez, lo más difícil será cambiar la cultura institucional para que los centros de trabajo, los espacios comunitarios y las propias instituciones promuevan ambientes saludables y puedan “detectar a tiempo” situaciones de estrés, ansiedad o depresión.


Hacia una política con componentes clave

Durante el evento, que reunió a funcionarios públicos, referentes del ámbito laboral y expertos en bienestar organizacional, se presentaron varios ejes temáticos:

  • Salud mental y trabajo: identificar estrés, ansiedad y depresión en entornos laborales.

  • Inclusión, diversidad y salud mental: atención a las diferencias vinculadas al género, la diversidad sexual, el origen étnico-racial o la nacionalidad.

  • Alcances y desafíos de la Ley de Salud Mental y dispositivos comunitarios que ya existen, como centros de apoyo para jóvenes.

La jornada no solo fue un foro de debate sino también un espacio de formación para mandos medios, referentes de gestión humana y equipos de bienestar laboral. El objetivo fue dotarlos de herramientas prácticas que permitan:

  • Promover el trabajo como espacio de desarrollo y bienestar.

  • Orientar hábitos personales y colectivos que favorezcan una vida plena.

  • Fomentar ambientes de trabajo más saludables y con capacidad de escucha.


Comunidad, territorio e institucionalidad: una triple dimensión

Una de las ideas centrales subrayadas por Sánchez es que la salud mental no puede abordarse solo desde la órbita sanitaria: es un asunto social, comunitario, laboral y territorial. Es decir, cómo vivimos, dónde vivimos y bajo qué condiciones laborales y de convivencia.

El enfoque comunitario implica que, además de atenciones clínicas, se necesitan dispositivos de apoyo en los barrios, centros de referencia que funcionen en el territorio y políticas que promuevan la participación activa de los ciudadanos. También se mencionaron experiencias de centros con abordaje comunitario para jóvenes impulsados por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU).

A su vez, la institucionalidad debe adaptarse: organismos públicos, nivel central y departamental, servicios de salud y otros ámbitos —educación, trabajo, vivienda— deben articular políticas para que la atención en salud mental sea integral, no fragmentada. En otras palabras, no se puede atender la salud mental sin políticas públicas sólidas y coordinadas.


Desafíos y tareas pendientes

La administración considera que la transformación demandará:

  • Rediseñar dispositivos existentes, evaluando qué funciona y qué debe crearse.

  • Cambiar la cultura institucional respecto al bienestar, la prevención y la detección temprana.

  • Fortalecer la articulación entre salud, trabajo, educación, servicios sociales y comunidades.

  • Ampliar la cobertura territorial, con especial foco en la atención en los departamentos y barrios vulnerables.

  • Formar recursos humanos especializados en salud mental comunitaria, bienestar laboral y contención psicoemocional.

  • Incorporar el bienestar en los entornos laborales como parte de la estrategia nacional.

Programas de atención comunitaria para jóvenes, con acompañamiento y orientación psicológica, fueron destacados como modelos de trabajo en red y cercanía con la población.


Un momento de inflexión para el país

Las palabras de Sánchez reflejan que Uruguay asume la salud mental no solo como un componente médico, sino como parte esencial del bienestar social y colectivo. Su discurso marca un punto de inflexión: de la fragmentación a la articulación, de políticas aisladas a una estrategia nacional integrada, y de una mirada individual a una perspectiva comunitaria.

En definitiva, el país avanza hacia la construcción de una política de salud mental que no se limite al tratamiento de trastornos, sino que abarque la prevención, el entorno laboral, la convivencia social, el territorio y la participación de toda la comunidad.

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