El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, falleció a los 89 años, según informaron este domingo sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana. El autor deja una vasta obra literaria y un legado cultural que ha marcado generaciones de lectores tanto en América Latina como en el mundo.
Desde temprana edad, Vargas Llosa tuvo claro que su vocación era la escritura. Esa certeza lo acompañó durante toda su vida y lo llevó a desarrollar una prolífica carrera que incluyó más de 20 novelas, una decena de ensayos, obras de teatro, cuentos, crónicas y columnas periodísticas. Su estilo disciplinado y su compromiso intelectual definieron su trayectoria literaria e incluso sus intervenciones en el ámbito político.
En un comunicado familiar, sus hijos expresaron: “Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo en el hecho de que tuvo una vida larga, múltiple y fructífera, y deja una obra que lo sobrevivirá”. Según detallaron, no habrá ceremonias públicas y los restos del autor serán incinerados, tal como él lo deseaba.
Una vida marcada por la literatura y el pensamiento crítico
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Aunque pasó apenas un año en su ciudad natal, su infancia transcurrió entre Bolivia y el norte peruano, en un entorno familiar complejo que marcaría muchos de los temas de su narrativa. Su encuentro con su padre biológico, a quien creía muerto, y la posterior mudanza a Lima, marcaron el inicio de una etapa difícil, pero también formativa.
Fue en el colegio militar Leoncio Prado, al que asistió durante su adolescencia, donde tomó forma una de sus obras más emblemáticas: La ciudad y los perros. Publicada en 1963, esta novela lo catapultó a la fama y se considera una de las obras inaugurales del llamado "Boom" de la literatura latinoamericana.
Vargas Llosa se formó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, donde estudió Derecho y Literatura. Durante esos años comenzó a colaborar en la prensa y a interesarse por el marxismo, el existencialismo y las corrientes literarias modernas, influido por autores como Sartre, Faulkner y Flaubert. Su paso por Europa, primero en Madrid y luego en París, fue decisivo para consolidar su estilo y su visión del oficio de escribir.
Reconocimiento internacional y evolución ideológica
Durante su etapa en París, Vargas Llosa se integró a la efervescente comunidad de escritores latinoamericanos que también incluía a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Junto a ellos fue parte del Boom, un movimiento que llevó la narrativa de América Latina al centro del escenario literario mundial.
A lo largo de los años, su mirada sobre la política latinoamericana evolucionó, pasando de un temprano apoyo a la Revolución Cubana a una firme crítica a los regímenes autoritarios. Esta transformación ideológica también se reflejó en su obra ensayística y en sus columnas periodísticas, donde abordó temas culturales y sociales con un enfoque liberal.
Entre sus novelas más conocidas figuran Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo, La fiesta del Chivo y La tía Julia y el escribidor. Su exploración de la historia, el poder, la moral y la identidad latinoamericana definieron el núcleo temático de buena parte de su literatura.
Un legado amplio y debatido
Más allá de su producción literaria, Vargas Llosa también fue un personaje de intensa vida pública. Se postuló a la presidencia del Perú en 1990, sin éxito, y mantuvo una activa participación en debates sobre la democracia, la cultura y la libertad de expresión. Su figura ha sido objeto de admiración y controversia, tanto por sus ideas como por su carácter crítico frente a distintos gobiernos latinoamericanos.
Al momento de su muerte, era miembro de la Academia Francesa y había sido reconocido con numerosos premios internacionales, entre ellos el Príncipe de Asturias y el Cervantes. Su paso por la historia literaria no solo se mide por los títulos publicados, sino también por la intensidad con la que vivió su vocación y defendió sus convicciones.
El fallecimiento de Mario Vargas Llosa marca el cierre de una etapa de la literatura hispanoamericana, pero su obra continuará siendo leída, discutida y estudiada por nuevas generaciones de lectores y académicos.