Una elección histórica para la Iglesia Católica
El 8 de mayo de 2025, el mundo presenció un hecho sin precedentes en la historia del Vaticano: por primera vez, un ciudadano estadounidense fue elegido como sumo pontífice de la Iglesia Católica. El cardenal Robert Francis Prevost, originario de Chicago (EE. UU.), fue nombrado Papa tras dos días de cónclave y adoptó el nombre de León XIV, convirtiéndose en el papa número 267 de la historia.
Su elección es significativa no solo por su nacionalidad, sino también por su profundo vínculo con América Latina, región que marcó profundamente su vida espiritual y pastoral. Desde su experiencia como misionero en Perú hasta su papel como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, Prevost ha mostrado un enfoque pastoral que combina humildad, firmeza doctrinal y compromiso social.
Infancia y vocación: de Chicago al mundo
Robert Francis Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois, en el seno de una familia católica de origen europeo. Desde joven mostró inclinaciones hacia la vida religiosa, ingresando en la Orden de San Agustín (OSA), una de las comunidades religiosas más antiguas de la Iglesia.
Estudió matemáticas antes de formarse en filosofía y teología, disciplinas que profundizó en Roma y París. Fue ordenado sacerdote en 1982. Su vocación se consolidó no en los pasillos del poder eclesiástico, sino en los caminos del servicio. En 1985, partió como misionero a Trujillo, Perú, país donde vivió casi dos décadas y al que, como él mismo ha dicho, "le debo el corazón".
Una vida consagrada al servicio de los más humildes
Durante su misión en Perú, Prevost se enfrentó a los retos de la pobreza, el narcotráfico, la desigualdad y la violencia política. Fue prior de su orden en América Latina y luego superior general de los agustinos entre 2001 y 2013. Su cercanía con las comunidades andinas, su respeto por la cultura indígena y su capacidad para tender puentes entre lo espiritual y lo humano le granjearon el cariño de la población y el respeto del clero latinoamericano.
En 2014, el Papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, en la costa norte del Perú, una diócesis con fuertes desafíos sociales y pastorales. Allí aplicó un estilo de liderazgo abierto, sin clericalismos, con fuerte presencia territorial y énfasis en los laicos.
Su perfil comenzó a trascender fronteras. En 2023, Francisco lo llamó a Roma como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más influyentes del Vaticano. Desde allí, Prevost tuvo un rol clave en la elección de nuevos obispos en todo el mundo, con especial atención a los contextos de persecución o crisis.
El Cónclave y la elección: entre continuidad y renovación
Tras la muerte del Papa Francisco en abril de 2025, el cónclave se reunió con la tarea de escoger un sucesor que no solo mantuviera las reformas iniciadas por el pontífice argentino, sino que también supiera adaptar la Iglesia a los nuevos desafíos del siglo XXI: la secularización de Europa, el auge del Sur Global, los abusos sexuales, el medioambiente y las tensiones geopolíticas.
El nombre de Robert Prevost fue creciendo en consenso por su perfil conciliador, su conocimiento profundo de las realidades del hemisferio sur y su fidelidad a los valores del Concilio Vaticano II. Fue elegido en la cuarta votación, en un cónclave que duró apenas dos días. Su elección fue recibida con entusiasmo por buena parte del mundo católico.
¿Por qué eligió el nombre León XIV?
En su primer encuentro con los fieles en la Plaza de San Pedro, tras la tradicional fumata blanca y el anuncio del “Habemus Papam”, Prevost sorprendió al elegir el nombre León XIV, un gesto cargado de simbolismo.
Este nombre no se utilizaba desde el siglo XIX. El último papa en llevarlo fue León XIII (1878–1903), recordado por su encíclica Rerum Novarum, en la que abordó la cuestión social y defendió los derechos de los trabajadores frente al capitalismo salvaje.
Con esta elección, Prevost parece querer subrayar su vocación social, reformadora y comprometida con la justicia, al tiempo que hace un guiño al pasado doctrinal sin romper con la tradición. León XIII fue también un papa que modernizó la Iglesia sin dejar de lado sus principios, un camino que León XIV parece querer seguir.
Sus primeras palabras: paz, justicia y memoria
En su primera bendición "Urbi et Orbi", el nuevo Papa dirigió unas emotivas palabras a su diócesis peruana de Chiclayo y recordó “a los pueblos que sufren la guerra, el hambre, el abandono y la indiferencia”.
Habló en español e hizo énfasis en la necesidad de una Iglesia más cercana a los pobres, abierta al diálogo y firme frente a los abusos de poder. También recordó al Papa Francisco con profunda gratitud y se comprometió a continuar su legado en materia de transparencia, reforma de la Curia, lucha contra la pederastia clerical y apertura a los nuevos desafíos del mundo moderno.
Un liderazgo que mira al Sur Global
Aunque nació en el Norte, León XIV es visto como una figura del Sur, con sensibilidad latinoamericana y experiencia directa en contextos donde la Iglesia sigue siendo un actor fundamental del tejido social. Conoce de primera mano las realidades de las comunidades indígenas, los desafíos de la pobreza estructural y la tensión entre tradición y modernidad.
En el plano geopolítico, su elección también puede interpretarse como una señal de atención a América Latina, África y Asia, regiones donde la Iglesia crece y juega un papel activo en educación, salud y derechos humanos.
En definitiva, el Papa León XIV representa una nueva etapa para la Iglesia Católica, en la que convergen múltiples sensibilidades: la intelectualidad agustiniana, la experiencia misionera en zonas vulnerables, la práctica del gobierno eclesial y el compromiso con los desafíos contemporáneos. Con una sonrisa serena, palabras sencillas y una mirada firme, Robert Francis Prevost abre un nuevo capítulo en la historia del catolicismo, con la misión de renovar la fe desde los márgenes y conducir a la Iglesia hacia un futuro de esperanza, justicia y cercanía con los pueblos.